Odiada por unos, y amada por otros, la polémica nueva estación de transporte metropolitano de Nueva York no deja indiferente a nadie. «The Oculus «, como se llama este enorme y espectacular edificio conecta 11 líneas de metro y permite el acceso subterráneo a las principales torres del World Trade Center.
Esta gran estructura arqueada y elíptica, alcanza los 88 metros de largo y se convierte en una de las estaciones más grandes de la ciudad, y se suma a las famosas y utilizadas Grand Central y Penn Station.




Sin entrar en la polémica del coste final, unos 4.000 millones de dólares (realmente desorbitado), el turista no dejará de sorprenderse ante esta hermosa e impresionante estructura. Su elegante color blanco, y sus formas, hacen que la consideremos una de las nuevas visitas turísticas de Manhattan.
Y es que si por fuera es realmente imponente, cuando entramos en su interior (por cualquiera de las dos puertas principales) nos dejará boquiabiertos. Obra del arquitecto valenciano Santiago Calatrava, su simetría, rota a menudo, evoca según el estudio del artista, la imagen de un pájaro liberado por las manos de un niño. Su nombre, Oculus, proviene de la forma de la estación, un enorme ojo abierto con largas pestañas.



Además de su función como HUB de conexión del transporte, el edificio acoge un nuevo centro comercial (no puede faltar en Nueva York un gran edificio sin sus respectivas tiendas), y diferentes restaurantes y cafeterías. Marcas de ropa, calzado, souvenirs… Ah! Y también la enésima Apple Store de la ciudad.



El edificio, con una cierta forma de esqueleto de acero pintado todo de blanco, tiene en la repetición de las «costillas» modulares su característica principal, y un montón de cristales entre estas estructuras permiten la entrada de luz natural. Está previsto que cada 11 de septiembre, coincidiendo con el aniversario de los atentados, la claraboya articulada del Oculus Station se abra para dejar entrar la luz directa.


Y si de día destaca entre el resto de edificios por la claridad de su color blanco, de noche, la iluminación la hace más mágica. Seguro que os quedáis un buen rato contemplando sus formas! Haced la prueba: situaros en la entrada este, en Church Street, y vereis como la estación, con su larga estructura parece dirigirse hacia el cielo, conduciendo vuestra mirada al enoooorme rascacielos One World Trade Center que tiene detrás, y que parece acompañar a The Oculus como si se tratara de una hermana pequeña a la que hay que proteger.

