La ruta en campervan por el sur de Islandia no deja de sorprendernos (ver anterior post). Tras pasar la noche en el pueblo de Vík, nos levantamos con la energía que transmite un país como éste, y decidimos empezar el día en la playa de Reynisfjara, conocidísima por su arena negra y las enormes rocas de basalto (en especial las que parecen formar un gran órgano junto al mar).


Existe una cafetería justo en el aparcamiento de la playa, pero al ser tan temprano aún está cerrado, así que decidimos convertirnos en el centro de atención y preparar un espectacular desayuno junto a nuestra campervan. Sacamos la mini-cocina, calentamos agua para hacer té, unas tostadas, mantequilla, mermelada, embutido… El resto de visitantes pasa por nuestro lado y los ojos de la gente delatan envidia gastronómica. ¡Eh! A ver si deberíamos idear sacar un dinerito montando una food-track en estos lugares tan turísticos! 🙂
Con la barriga llena y la tranquilidad que da no tener prisa para nada, paseamos y hacemos fotos de este lugar tan bonito. La gran montaña con perfiladas columnas de basalto, esconde al revolver una fotogénica caverna, que puede visitarse cuando la marea está baja. Hálsanefshellir, que así se llama este lugar, permite un paseo genial con el agradable sonido de las olas acompañándonos en todo momento.
Dice la leyenda que las agujas de Reynisdrangar (rocas de basalto en medio del mar) son los restos de una pareja de Trolls, que trataban de arrastrar un velero hacia la costa, pero que la luz del amanecer los pilló y quedaron convertidos en piedra…



Este sitio nos encanta, y hasta nos adentramos en una especie de marismas para observar algunas aves. Es un agradable paseo hacia una zona donde no suele ir nadie (todos prefieren la playa), y encontramos una calma total.


Más kilómetros y llegamos de nuevo a la gran cascada Skógafoss. Y esta vez decidimos subir los más de 400 escalones que llegan a un agradable mirador. ¡Aunque son agotadores! Y pensar que este es el punto de inicio de un fantástico track que se dirige hacia tierras interiores … Pero ni nuestra forma física ni el tiempo disponible nos permiten hacerlo. Una lástima. Quizás en una próxima visita…


Y a sólo 30 kilómetros encontramos otra de las cascadas más populares de Islandia, Seljalandsfoss. Un lugar idílico, ya que un pequeño sendero permite caminar por detrás del salto de agua, permitiendo atravesarla de lado a lado y obteniendo una visión única. El sonido del agua mientras cae es ensordecedor, pero nos quedamos un buen rato contemplando como millones de litros van cayendo ante nuestros ojos.
Dos pequeños consejos cuando visitamos esta cascada: llevar un impermeable si decidimos pasar por su interior (nos mojaremos irremediablemente, sobre todo si hace viento) y poner mucha atención a donde pisamos, el suelo es muy resbaladizo y hay que vigilar mucho.


Necesitamos recuperar calorías, y las encontramos en un restaurante familiar donde lo hacen bastante bien (y el pastel del día está para chuparse los dedos). Se trata del Gamla Fjósið, a unos 10 kilómetros de Skógafoss. Rocas volcánicas, ríos, cascadas, caballos… No paramos de ver cosas interesantes.
Es la hora de la merienda, y decidimos darnos un capricho haciendo un café en el lujoso hotel Rangá. Nos da un poco de vergüenza aparcar la pequeña campervan frente al hotel y entrar con nuestras «pintas», pero una vez dentro, nos tratan como 2 señores y tomamos un caffe-latte como es debido. Ay, nos imaginamos como de durísima debe de ser la vida de los multimillonarios…





Hoy estamos que lanzamos la casa por la ventana, y como acamparemos en cualquier lugar perdido y no podremos ducharnos, decidimos darnos otro capricho. Conducimos por las carreteras 30 y 31 hasta el pueblo de Laugarvatn, donde se encuentra un gran lago y lo más importante para nosotros, el Spa Fontana de aguas termales.
¡¡Pero como te puede transformar un lugar así!! Entramos cansados y con dolor por todo el cuerpo de tanto conducir, y sus pequeñas piscinas al aire libre con agua bien caliente nos dejan como nuevos. ¡Qué relax! El lago es de agua fría, pero encontramos emanaciones de agua caliente que salen de las profundidades de la tierra, y calientan el agua…



Por cierto, toda esta zona está llena de granjas y caballos, y no se debe perder la ocasión de parar el vehículo e interactuar con estos bellísimos animales.


Se acercan las 22h de la noche, y no sabemos dónde vamos a dormir, pero como la luz del sol nos invita a seguir disfrutando del día, llegamos hasta Geysir, para admirar la potencia de la madre naturaleza en forma de géiseres de agua emergiendo de las profundidades de la tierra. Lo mejor de que sea tan tarde es que estamos casi solos.
El Gran Geysir es quien da nombre a la zona, pero el Strokkur, que dicen es el geiser más fiable del mundo, se lleva todo el protagonismo. Cada 6-12 minutos lanza un enorme chorro de agua que deja boquiabierto a quien lo contempla. ¡Y atención! Porque sabiendo la atención que crea a su alrededor, el Strokkur puede llegar a ser un poco traidor, y de vez en cuando suelta 2 erupciones de agua casi seguidas.
Os lo decimos con la experiencia de los que, tras confiarnos por el enorme chorro que ha salido, nos acercamos más de lo debido y una segunda rociada nos cae encima por estar a favor del viento y nos moja completamente… ¡Uuuuuh! Ahora apestamos a azufre!!!



Empieza a hacerse excesivamente tarde, y tenemos que buscar un lugar donde acampar. Encontramos un pequeño solar cerca del camping de Geysir, y allí aparcamos y nos preparamos una fantástica tortilla para la cena. Es más de la 1h de la madrugada, y como cada día, el sol nos acompaña sin esconderse, mientras los ojos se nos cierran de puro cansancio y emociones vividas durante la jornada.

Mañana la ruta continúa, y bien temprano, ya que una desagradable sorpresa nos espera para empezar el día. Pero eso ya será en el próximo post …
Mapa del recorridot total:
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