Tras nuestra llegada a esta ciudad, descubrimos que Seúl nos apasiona, y decidimos quedarnos más días de lo previsto (en total una semanita). Pero aún así, nos ha faltado tiempo para ver buena parte de lo que ofrece esta gran ciudad. Y es que no hay día sin descubrir agradables rincones, calles, locales, restaurantes, tiendas… y por supuesto, su gente!
Algo que nos ha encantado, es que la ciudad está muy dividida en barrios, todos bien comunicados, y además, siempre encontramos una oficina de información donde nos explican con mucha amabilidad, las zonas más populares. Y así nos teneis cada día, caminando sin parar: unos 14 kilómetros de media nos indica nuestro gps.




Nos movemos por cualquier rincón que nos llame la atención, eso sí, siempre con sus correspondientes momentos de descanso. Ya sea para el desayuno, comida, merienda… ¡El hambre no la perderemos! Por cierto, estamos realmente sorprendidos con la cantidad de cafeterías que hay. Aquí son muy fans, y encontramos una junto a otra en las principales calles y avenidas. No conocemos ninguna otra ciudad con tantos Starbucks por metro cuadrado (lo decimos de verdad).
Al no tener el desayuno incluido en el hotel, cada día buscamos y probamos una cafetería diferente. Esto, además de ser unos fanáticos de la merienda, nos está haciendo conocer un montón de cafeterías. Lástima que no son nada económicas. A menudo nos cuesta más caro un desayuno que una comida o cena.
Encontramos mucha cocina china, y muchos tenderetes que ofrecen todo tipo de platos en la calle. Es decir, la comida aquí no es excesivamente cara, a menos que probemos otros tipos de platos. También nos chiflan las barbacoas coreanas!






Por cierto, tenemos la suerte de coincidir durante nuestra estancia en la ciudad, con un par de celebraciones muy importantes. El Lantern Festival, donde figuras hechas con papel iluminan el arroyo Cheonggyecheon, que atraviesa el centro de Seúl, y el Kimchi Festival, donde se organizan muchísimas actividades relacionadas con uno de los platos más típicos de este país, el Kimchi (col picante fermentada).



Para desplazarnos, utilizamos la tarjeta T-Money, que unifica y hace muy fácil utilizar el transporte público. Otra cosa es ubicar las diferentes líneas y paradas … 🙂 Si, la mayoría de indicaciones también están en inglés, pero no siempre sabemos ubicarnos. Además, poca gente habla otra lengua que no sea coreano, pero con paciencia no hay nada imposible.




Desde la ciudad, y durante un par de días, hemos utilizado el transporte público para alejarnos un poco más y visitar lugares más alejados, lo cual ha sido genial. Hemos conocido Suwon, una ciudad que alberga una fortaleza muy popular y visitada. Realmente ha valido la pena!
Y también hemos visitado algunos puntos de la llamada DMZ, la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas. Realmente impresiona. Seguramente las dos zonas que más nos han sorprendido son el recorrido por un túnel excavado por los norcoreanos (según los del sur para preparar una invasión), y la subida a un mirador desde donde observar las ciudades más cercanas de Corea del Norte. Des de allí, nos llegaban consignas comunistas y el himno del país en un continuo bucle, a través de enormes altavoces, para recordar a los turistas lo que están viendo: otro país con una situación bien diferente de sus vecinos del sur.


Como siempre, nos encanta descubrir la ciudad sin rumbo, a menudo dejando que la intuición nos lleve, pero también hemos tenido la suerte de contar con una guía de excepción. Hemos podido reencontrarnos con nuestra amiga Sarah, que habíamos conocido en Canadá. Ella es de Seúl, y nos ha mostrado uno de los barrios más de moda, el popular Gangnam. Y para rematar, nos lleva a cenar a una barbacoa (nada que ver con el concepto americano). Un montón de ingredientes en la mesa, una parrilla en medio, y a cocinar la carne!


Ya lo hemos dicho al principio, nos quedaríamos más días en Seúl, pero también tenemos muchas ganas de ver más cosas del resto del país. Ahora toca alquilar un coche y hacer kilómetros…