Cansados por las horas de vuelo pero muy entusiasmados por descubrir este país. Nos encontramos en plena ruta por Corea del Sur, y las primeras sensaciones son que nos está sorprendiendo muchísimo, sobre todo por sus contrastes.


Empezamos por su capital. Seúl es enorme, y quizá necesitaremos quedarnos más tiempo de lo previsto. ¡Aquí hay mucho que ver! Nuestra ruta es totalmente abierta, sin reservas previas, ni obligaciones de ningun tipo, así que ya veremos cuantos días dedicamos a esta ciudad.
Seúl es vibrante y animada, dividida en dos por el río Hangang tiene una extensa red de transporte público, muy útil para moverse. Eso sí, al principio asusta. Empezamos por el metro, y sus 9 grandes líneas nos impresionan. Sumémosle la dificultad del idioma y que aquí no todo el mundo habla inglés. Pero con voluntad todo se consigue.
Ya le estamos pillando el truquillo. Hemos pasado el nivel 2: los autobuses. Es un tipo de transporte que nos encanta para desplazarnos por los diferentes puntos de la ciudad, ya que nos permite disfrutar de la visión de las calles mientras nos desplazamos.






La gente es otro punto interesante. Parecen reservados, tímidos, pero a la mínima que interactuas con ellos suelen abrirse y mostrarse simpáticos. Educados, mantienen las distancias, pero como en todas partes, ya hemos encontrado de todo. Desde los más antipáticos, a la máxima amabilidad. Las grandes ciudades pareces cosidas por el mismo patrón.







Como siempre decimos, no hay mejor lugar para conocer el ritmo de un lugar, que paseando por sus mercados. ¡Cuánta vida! Estan llenos de tenderetes donde preparan todo tipo de comida. Aquí hay mucha inmigración china, y eso se nota en la gastronomía. Probamos todo lo posible, y caminamos sin prisas, saboreando cada rincón y cada instante…
Corea tiene muy buena pinta! Seguiremos informando…