No nos cansaremos de repetirlo: para nosotros, probar la gastronomía típica de los lugares que visitamos, es otra manera de viajar, de conocer mejor la tierra que pisamos y por supuesto, una buenísima manera de disfrutar de una ruta.
Porque no queremos separarlo, no queremos diferenciar la cocina de una región o país de sus monumentos, su gente, su arquitectura… Todo forma un perfecto envoltorio que nos hace digerir mejor un viaje. Y si esto nos deja un buen sabor de boca, aún mejor…

La Bretaña ofrece un montón de especialidades, imposibles de probar todas en una ruta de 10 días. Pero queremos dejar constancia que allí se come muy bien, y la mejor manera es mostrarlo, ya sea en palabras o fotos…
El mar es uno de los elementos centrales de la cocina bretona, ya que disponen de un pescado buenísimo y una gran variedad de moluscos (qué decir de sus ostras…). Como dicen ellos mismos «Nés avec de l’eau de mer autour du cœur» («nacidos con el agua de mar alrededor del corazón»), pero os engañaríamos si sólo fuera eso. Porque esta es también tierra de buenas carnes, de jamón, de paté, de alcachofas (ay qué buenas en Saint-Pol-de-Léon)…




Pero sin duda, uno de los platos más populares, además de bueno y bien de precio, son las crêpes y galettes. Hay que diferenciarlas, ya que aunque las dos son especialidades gastronómicas de esta región, la harina utilizada es la clave para diferenciarlas. Mientras que la crêpe utiliza harina de trigo blanco para configurar su masa, las galettes son elaboradas con trigo sarraceno, que dan un aspecto mucho más oscuro a la masa. Además, estas suelen rellenarse con condimentos salados (embutidos, quesos…) y la crêpe se come como postre.
Nosotros somos tan fans de este plato, que aún recordamos uno de los días de la ruta que bautizamos como Journée de la Crêpe y la Galette. Todas las comidas del día consistieron en esta especialidad, empezando por el desayuno, pasando por el almuerzo y terminando por la cena. Salada como plato principal, y dulce como postre! Impresionante!




Los bretones saben cocinar los productos de mil maneras. Si visitáis La Bretaña no dudéis en probar platos como la sopa de Roscoff (de coliflor); quizás se escapa un poco del presupuesto, pero l’homards grillé (langosta a la plancha) tiene muy buena fama. ¡Eh! Y qué decir del excelente agneau (cordero). Una de las maneras más populares de cocinarlo es el Gigot à la Bretonne (con judías blancas). Y las sopas de pescado, que ricas! La Cotriade es una bouillabaisse con pescado de costa…



Unas líneas más arriba, ya hemos introducido otra especialidad de la zona: las ostras. Y visitar la población de Cancale es sinónimo de comer las mejores! La costa de esta población está llena de viveros, y todos los restaurantes las ofrecen. Son buenísimas y a un precio más que razonable. Todo dependerá del tipo de ostra que pedimos y de su tamaño, pero se puede degustar media docena de ostras a partir de 4 euros! Incluso las podemos comer a pie de mar, en algunos de los sencillos puntos de venta que se instalan. La visión de su cementerio de conchas en la playa es muy conocida, por ser el punto donde la gente tira las conchas una vez engullida la ostra…




Y no os quedéis sólo con este molusco, las palourdes (almejas) pueden cocinarse de muchas maneras. Y a nosotros nos encantan las coquilles saint jacques (vieiras). A la plancha, con risotto, con salsa al vino blanco…
De hecho son muy conocidas las grandes bandejas de marisco que ofrecen muchos restaurantes, con diferentes tipos de moluscos y crustáceos servidos con pan y mantequilla. ¡Ah! Y que decir de otro plato muy típico, los moules-frites, los populares mejillones con patatas!
Lo mejor de recorrer esta zona de Francia , es que además de los platos típicos a la carta, la mayoría de restaurantes suelen ofrecer el menú del día, compuesto por varios platos a elegir entre primeros y segundos. Precios muy ajustados, y creednos, es muy difícil que lo hagan mal. La cocina bretona es realmente sorprendente!





Uno de los lugares donde más podemos disfrutar con la alimentación es en Rennes, la capital de La Bretaña . Porque allí, cada sábado encontraremos Le Marché des Lices, uno de los mercados más antiguos y grandes de toda Francia . Recorrer sus paradas es salivar continuamente. Cuántos colores y cuánta vida! (Post en preparación).




¡Ah! Y en este artículo, como en cualquier menú, al finalizar llegan los postres. Y La Bretaña tiene para dar y repartir. Como hemos dicho antes, las crêpes dulces, condimentadas con todo lo que podamos imaginar, son las reinas, pero la cosa no acaba ahí, claro. Las sablés bretones (galletas bretonas) nos chiflan! Estas galletas hechas de mantequilla son espectaculares a cualquier hora del día. Y qué decir de las fresas. En la región de Plougastek se cultivan las mejores, y se pueden preparar de mil maneras.
Otras especialidades son los pasteles, como el gâteau de Châteaulin (hecho con manzana); los famosos Chocards del pueblo de Yffniac, rellenos de mermelada de manzana; el Far bretón, una especie de masa de bizcocho relleno de ciruelas y pasas secas. Y no podemos olvidar uno de los más típicos, el Kouign-Amann, muy presente en cualquier pastelería de la región. La traducción literal de esta palabra bretona al francés sería «pain au beurre» (pan de mantequilla), pero claro, con la mantequilla clásica de allí, diferente de la nuestra por ser más salada. ¡Mmmm, para chuparse los dedos!







La gastronomía de la Bretaña francesa es una cocina deliciosa. Recordamos esta ruta con un cariño especial, por su visión de parajes espectaculares, una costa indómita, y unas puestas de sol increíbles. Y a menudo, desde algún restaurante, con un plato delicioso en la mesa. Porque también podemos viajar con el sentido del gusto, esta región nos tiene robado el corazón… ¡y el estómago!