Ícono donde los haya, la Fontana di Trevi es toda una referencia en Roma, y es uno de los monumentos obligados a visitar si estamos en la ciudad. Lo que más nos sorprende, como a menudo ocurre con otros lugares que hemos visto antes en fotos que al natural, es su tamaño. La fuente es realmente grande, ya que tiene un frontal de casi 30 metros, pero en cambio la Piazza di Trevi, que es donde está ubicada, es realmente pequeña. Bueno, más pequeña, lo que pasa es que la fuente ocupa literalmente toda la plaza, y queda poco espacio restante. Además, las dimensiones engañan, ya que la fuente está situada ante el Palazzo Poli, con enormes columnatas, que parece formar parte del conjunto y hacerlo más grande.

La plaza queda descompensada por la inmensidad de la fuente y uno apenas puede tener una visión general de la Fontana. Está completamente rodeada de antiguos edificios y palacetes y cuesta muchísimo hacer una fotografía que nos muestre todo el conjunto arquitectónico. Además, suele haber mucha gente, especialmente entemporada alta y puede llegar a ser misión imposible acercarse al agua si el lugar está lleno de turistas como nosotros. Todo el mundo quiere situarse en primera línea y seguir la tradición de tirar las monedas.
Y que decir del cine, que lo ha hecho más mítica todavía. La secuencia de Anita Ekberg bañándose en la fuente ante Marcelllo Mastroianni, en el filme La Dolce Vita, es una de las más famosas del cine italiano.


De hecho, esta fuente barroca recibe su nombre al estar situada en la intersección de tres calles (tre vie). Originariamente marcaba el punto final de uno de los acueductos que llevaba agua a la ciudad. Fue en el siglo XVII cuando se diseñó y construyó como la conocemos hoy en día. Domina la fuente la imponente escultura de Neptuno, de Pietro Bracci, pero fueron diferentes artistas italianos los que contribuyeron a la construcción de la Fontana. Seguramente el más conocido es Bernini.
Pero dejemos la historia y hablemos de un artículo que nos impactó. Lo publicaba Jaled Abdelrahim en la revista Ling y se titula «La Fuente más solidaria» y en él hablaba de la enorme recaudación que el ayuntamiento romano saca cada año de las monedas que los turistas lanzan a la fuente. Reproducimos unas líneas a continuación:
«Todo es cuestión de ponerse a echar cuentas. A la ciudad de Roma llegan cada año alrededor de doce millones de turistas. Ninguno de ellos se perdona no visitar la emblemática Fontana di Trevi y, a su vez, todos conocen o acaban conociendo la leyenda que dice que hay que arrojar con la mano derecha tres monedas a la fuente, por encima del hombro izquierdo, para asegurarse la vuelta a la Città Eterna. O simplemente, por buena suerte, según otra versión.
Si estimamos que cada uno de esos visitantes, de entre su chatarra internacional, escoge una moneda con un valor de un céntimo, otra de dos céntimos y otra de cinco (por poner una media realista), el resultado sale redondo: la Fontana recauda 900.000 euros anuales. Y hay quien no arroja ninguna. (…) La ciudad es consecuente con el origen de tan sensible tesoro. Al fin y al cabo, no deja de ser legítimo el pago que los turistas realizan a cambio de sus más anheladas esperanzas. Por eso, desde 2006, el consistorio romano cumple un acuerdo con Cáritas para darle a todo ese capital pesado un fin tan noble como su origen: financiar un supermercado gratuito para familias con escasos recursos económicos. «

Bien, nadie sabe con exactitud de que sirve lanzar las monedas, pero como buenos turistas que somos nosotros también lo hicimos. Después de abrirnos paso entre la multitud y situarnos frenta al agua, dimos la espalda a la fuente y ejecutamos la tradición. Estamos seguros que, el eficiente operario del ayuntamiento encargado de la extracción de monedas, encontró tarde o temprano las nuestras sumergidas en estas aguas llenas de historia …
-Actualización- Pues parece que la tradición funciona, y unos años más tarde hemos vuelto a visitar y enamorarnos de Roma (ver post).